¿Llegará
el siglo XXI?
Unas sesenta personalidades
-científicos, economistas, creadores,demógrafos,
sociólogos, historiadores, responsables de ONG y dirigentes
políticos- procedentes de unos cuarenta países,
trataron de responder a esa pregunta del 16 al 19 de sepiembre
de 1998 en la Sede de la UNESCO.
Ni catastrofistas
ni excesivamente optimistas, sus "diálogos"
interdisciplinarios y prospectivos condujeron, una vez más,
al término de las certidumbres, salvo, quizás,
una sola pero muy importante: hay que preparar el siglo XXI con
un enfoque que tenga en cuenta la inestabilidad y la complejidad,
guiado por una ética de justicia y de solidaridad.
Se puede tener acceso a sus intervenciones en el sitio: www.unesco.org/aforum.
Las actas aparecerán como libros en 1999.
Para más informaciones:
Oficina de Anlisis y de Previsión,
tel.: 33 145 68 55 60,
correo electrónico: afo@unesco.org
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La acción de la UNESCO se basa en la convicción
de que es posible modificar el curso del mundo, que el futuro
se construye desde ahora. Y esta construcción sólo
será sólida en la medida en que se apoye en una
conciencia perspicaz de la distancia que separa lo que existe
de lo que debería existir y en una clara orientación
ética.
Ahora bien, sobre la humanidad se ciernen amenazas muy reales.
Son numerosos los lugares del globo en que la dignidad del ser
humano sigue sufriendo los embates de la guerra y de la exclusión,
una exclusión que afecta a los más vulnerables
y a los más desfavorecidos. Aumentan las desigualdades
y la pobreza; se elevan los muros del apartheid urbano; se olvida
la educación de las mujeres. Y a la violencia que el hombre
impone al hombre se añade la que éste ejerce sobre
la naturaleza, hipotecando así su propio porvenir. La
búsqueda del beneficio rápido y la falta de previsión
han llevado a la explotación intensiva de los recursos
naturales, a las catástrofes ecológicas, a la agravación
de los problemas del agua y de la desertificación, a la
contaminación en todas sus formas. ¿Quién
nos garantiza que, en el futuro, los avances científicos
y tecnológicos traigan consigo soluciones y no nuevos
peligros?
El desarrollo de las biotecnologías y la posibilidad
de que el hombre modifique su propio patrimonio genético
ponen en entredicho la definición misma de lo humano.
Corremos el riesgo de ser sojuzgados por nuestros propios inventos,
de ser prisioneros del laberinto que
hemos creado, por falta de un enfoque ético y de una vigilancia
incansable.
La preocupación por el futuro nos impone ese enfoque
y esa vigilancia: no es posible que el porvenir quede en manos
de fuerzas ciegas y dictados cínicos. Los déficit
éticos me parecen más graves, a largo plazo, que
los presupuestarios. El enfoque ético del futuro se
alimenta de la convicción de que la solidaridad hacia
las generaciones actuales y la que debe ligarnos a las generaciones
futuras no se contraponen: una y otra expresan el mismo rechazo
de la exclusión y de la injusticia, la misma conciencia
del vínculo que une en un solo cuerpo a todos los miembros
de la humanidad. Esta ética no consiste en vanas disposiciones
para un porvenir indefinidamente aplazado: comienza aquí
y ahora, en la atención prestada a los demás y
en la voluntad de transmitir a las generaciones futuras un patrimonio
que no está irrevocablemente comprometido.
"El porvenir es demasiado complejo y demasiado incierto,
contentémonos con el presente", se oye decir. A ello
respondo que es demasiado simple esperar que las dificultades
surjan para intentar darles solución, y actuar sólo
ante una emergencia.
Esta lógica a corto plazo no ofrece más opciones
que someterse o adaptarse a los acontecimientos. Para no estar
a merced de estos, para recuperar el control de nuestro propio
porvenir, para escapar a la rutina y a la obsolescencia, hemos
de rehabilitar la visión a largo plazo dirigiendo nuestra
mirada lo más lejos posible a fin de prever los acontecimientos.
Sólo esta capacidad de anticipación podrá
contrarrestar la incertidumbre del porvenir y habilitar algunos
espacios para una acción en el presente. Pues de lo que
se trata es de actuar: prever es combatir la apatía y
la indiferencia, alertar las conciencias, abrir los ojos a los
riesgos del mañana y reorientar, en caso necesario, las
decisiones de hoy. Prever es la condición de una práctica
eficaz.
Esta previsión se resume en dos palabras: comprender
e imaginar. Comprender, porque el futuro no surge de la nada:
remite a estados de conocimiento anteriores, a reglas o una ausencia
de reglas cuyos resortes es preciso captar. Al ligar el presente
con el futuro el esfuerzo prospectivo unifica el mundo y lo transforma
en una totalidad, realizando esa posibilidad de "englobar",
esa aprehensión general que corresponde muy exactamente
a la definición del verbo "comprender". Por
último, este esfuerzo resultaría abstracto si no
se profundizara y esclareciera gracias al trabajo de la imaginación.
Reflexionar sobre el siglo XXI es también permitirse soñar,
montar escenarios quizás contradictorios, crear mundos
y utopías. Permitirse entender lo real e imaginar lo imposible,
realizar lo posible e intentar lo imposible. |