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Año 1, núm.1, abril de 1999

 Educación Superior para el Siglo XXI: Perfilando el rumbo 


Imaginar y construir el siglo XXI  


¿Llegará el siglo XXI?

Unas sesenta personalidades -científicos, economistas, creadores,demógrafos, sociólogos, historiadores, responsables de ONG y dirigentes políticos- procedentes de unos cuarenta países, trataron de responder a esa pregunta del 16 al 19 de sepiembre de 1998 en la Sede de la UNESCO.

Ni catastrofistas ni excesivamente optimistas, sus "diálogos" interdisciplinarios y prospectivos condujeron, una vez más, al término de las certidumbres, salvo, quizás, una sola pero muy importante: hay que preparar el siglo XXI con un enfoque que tenga en cuenta la inestabilidad y la complejidad, guiado por una ética de justicia y de solidaridad.
Se puede tener acceso a sus intervenciones en el sitio: www.unesco.org/aforum.
Las actas aparecerán como libros en 1999.

Para más informaciones:
Oficina de Anlisis y de Previsión,
tel.: 33 145 68 55 60,
correo electrónico: afo@unesco.org

La acción de la UNESCO se basa en la convicción de que es posible modificar el curso del mundo, que el futuro se construye desde ahora. Y esta construcción sólo será sólida en la medida en que se apoye en una conciencia perspicaz de la distancia que separa lo que existe de lo que debería existir y en una clara orientación ética.

Ahora bien, sobre la humanidad se ciernen amenazas muy reales. Son numerosos los lugares del globo en que la dignidad del ser humano sigue sufriendo los embates de la guerra y de la exclusión, una exclusión que afecta a los más vulnerables y a los más desfavorecidos. Aumentan las desigualdades y la pobreza; se elevan los muros del apartheid urbano; se olvida la educación de las mujeres. Y a la violencia que el hombre impone al hombre se añade la que éste ejerce sobre la naturaleza, hipotecando así su propio porvenir. La búsqueda del beneficio rápido y la falta de previsión han llevado a la explotación intensiva de los recursos naturales, a las catástrofes ecológicas, a la agravación de los problemas del agua y de la desertificación, a la contaminación en todas sus formas. ¿Quién nos garantiza que, en el futuro, los avances científicos y tecnológicos traigan consigo soluciones y no nuevos peligros?

El desarrollo de las biotecnologías y la posibilidad de que el hombre modifique su propio patrimonio genético ponen en entredicho la definición misma de lo humano. Corremos el riesgo de ser sojuzgados por nuestros propios inventos, de ser prisioneros del laberinto que
hemos creado, por falta de un enfoque ético y de una vigilancia incansable.

La preocupación por el futuro nos impone ese enfoque y esa vigilancia: no es posible que el porvenir quede en manos de fuerzas ciegas y dictados cínicos. Los déficit éticos me parecen más graves, a largo plazo, que los presupuestarios. El enfoque ético del futuro se
alimenta de la convicción de que la solidaridad hacia las generaciones actuales y la que debe ligarnos a las generaciones futuras no se contraponen: una y otra expresan el mismo rechazo de la exclusión y de la injusticia, la misma conciencia del vínculo que une en un solo cuerpo a todos los miembros de la humanidad. Esta ética no consiste en vanas disposiciones para un porvenir indefinidamente aplazado: comienza aquí y ahora, en la atención prestada a los demás y en la voluntad de transmitir a las generaciones futuras un patrimonio que no está irrevocablemente comprometido.

"El porvenir es demasiado complejo y demasiado incierto, contentémonos con el presente", se oye decir. A ello respondo que es demasiado simple esperar que las dificultades surjan para intentar darles solución, y actuar sólo ante una emergencia.

Esta lógica a corto plazo no ofrece más opciones que someterse o adaptarse a los acontecimientos. Para no estar a merced de estos, para recuperar el control de nuestro propio porvenir, para escapar a la rutina y a la obsolescencia, hemos de rehabilitar la visión a largo plazo dirigiendo nuestra mirada lo más lejos posible a fin de prever los acontecimientos.

Sólo esta capacidad de anticipación podrá contrarrestar la incertidumbre del porvenir y habilitar algunos espacios para una acción en el presente. Pues de lo que se trata es de actuar: prever es combatir la apatía y la indiferencia, alertar las conciencias, abrir los ojos a los riesgos del mañana y reorientar, en caso necesario, las decisiones de hoy. Prever es la condición de una práctica eficaz.

Esta previsión se resume en dos palabras: comprender e imaginar. Comprender, porque el futuro no surge de la nada: remite a estados de conocimiento anteriores, a reglas o una ausencia de reglas cuyos resortes es preciso captar. Al ligar el presente con el futuro el esfuerzo prospectivo unifica el mundo y lo transforma en una totalidad, realizando esa posibilidad de "englobar", esa aprehensión general que corresponde muy exactamente a la definición del verbo "comprender". Por último, este esfuerzo resultaría abstracto si no
se profundizara y esclareciera gracias al trabajo de la imaginación. Reflexionar sobre el siglo XXI es también permitirse soñar, montar escenarios quizás contradictorios, crear mundos y utopías. Permitirse entender lo real e imaginar lo imposible, realizar lo posible e intentar lo imposible.

Editorial- noviembre l998 -El Correo de la UNESCO
Boletín Informativo de la Dirección de Investigación y Desarrollo Educativo - Vicerrectoría Académica - Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey