El aprendizaje
constructivista se basa en la premisa de que el conocimiento
no es algo que pueda transferirse de una persona a otra, sino que
se construye por el propio individuo. Cuando el profesor sustenta
su enseñanza en la exposición, impone su propia estructura
a los alumnos y les priva de la oportunidad de generar el conocimiento
y la comprensión por ellos mismos. En el aprendizaje centrado
en el estudiante, el profesor más que transmisor del conocimiento
pasa a ser un facilitador del mismo, un ingeniero de ambientes
donde el aprendizaje es el valor central y el corazón de
toda actividad.
El principio de aprendizaje constructivista cambia la perspectiva
tradicional acerca de cómo aprende un estudiante. El objetivo
esencial en este esquema es la construcción de significados
por parte del alumno a través de dos tipos de experiencias:
el descubrimiento, la comprensión y la aplicación
del conocimiento a situaciones o problemas, y la interacción
con los demás miembros del proceso, donde, por medio del
lenguaje hablado y escrito, el alumno comparte el conocimiento adquirido
y, a través de este proceso, lo profundiza, lo domina y lo
perfecciona. De esta manera, el grupo de compañeros, que
ha tenido poca relevancia en los modelos educativos más
tradicionales, pasa a ocupar un lugar fundamental en este proceso.
El otro principio
en el que se fundamenta esta filosofía educativa es el aprendizaje
experiencial, según el cual, todos aprendemos de nuestras
propias experiencias y de la reflexión sobre las mismas para
la mejora.
El aprendizaje
experiencial influye en el estudiante de dos maneras: mejora su
estructura cognitiva y modifica las actitudes, valores, percepciones
y patrones de conducta. Estos dos elementos de la persona están
siempre presentes e interconectados. El aprendizaje del alumno no
es el desarrollo aislado de la facultad cognoscitiva, sino el cambio
de todo el sistema cognitivo-afectivo-social.
El proceso de aprendizaje experiencial y constructivista puede concebirse
como un ciclo compuesto de cuatro etapas.
Es pues, a través
de una participación activa, significativa y experiencial,
como los estudiantes construyen nuevos y relevantes conocimientos
que influyen en su formación y derivan en la responsabilidad
y el compromiso por su propio aprendizaje, como expresa Ausubel
(1976): Sólo cuando el aprendizaje es relevante surge
la intención deliberada de aprender.
Cambios de
papel
Un
aprendizaje centrado en el estudiante impacta no sólo en
la forma como se organiza el proceso, sino también en las
funciones y forma de relacionarse las personas implicadas en el
mismo, esto es, profesores y alumnos.
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