Curiosidad
Una espera circular
te respira en mi pecho;
mi casa es el vacío
donde habitas.
Esto, es lo que me queda
de ti:
Inventario
Hubo una vez, un vacío
lleno de todas las palabras.
Lo habitaban
las que van antes,
las que acarician,
las que recubren los venenos;
las que estrujan, las que frotan,
las que juegan, apretadas,
entre tus pestañas.
Estaban las grandes, las pequeñas,
y las verdes.
Estaban todas,
aun las que no se desean escuchar
y las que no son dignas
de listarse.
Ellas, las palabras,
latían el mismo corazón;
en él, toda la sangre pronunciada
y la que no:
el principio
de todos los finales.
Estaban todas
las palabras que pueden decirse
en voz alta
-con la cabeza orgullosa-,
las que enmudecen, las entredichas,
las que se deslizan sobre la piel,
las que se lloran, las que se gritan, las que
se agrietan
de resequedad,
las de caramelo, las avinagradas;
allí estaban, naciéndose
todas,
las temblorosas palabras.
Invitado
Duérmela, noche
y que el vino te alimente
--hoguera--.
Cuando se apague
el fuego
te comeré como a una
aceituna;
me beberé tus palabras y lo que quede
al fondo de la copa.
Mi cuerpo es leña verde:
tú no has venido a cenarme
el corazón,
y yo no he dormido contigo.
Cuando me avive
te comeré
el fuego
con una lengua ardiente.
Acompáñame la noche
(sólo por esta
soledad).
Mosca lunar
Quiero
escurrirme como tinta
sobre tu espalda,
penetrar tu piel,
quiero beber la luz
entre tus hombros,
derramada
como una
c a b e l l e r a .
Quiero morderte la oreja izquierda,
mientras la derecha
s e m u e r e d e celos.
Quiero navegar
tu nuca con un beso líquido,
y girar el timón
hacia donde me lleven tus lunares.
Quiero explorar tu constelación
y recortar,
pacientemente,
el tiempo sobre tu cintura.
Quiero hervirte la sangre
hasta que una nube d e v a p o r
te desdibuje de la ventana.
Quiero enfrentarme a tu marea
y combatirla,
y derrotarme
en tu respiración.
Quiero ser la mosca
que atrapó a la araña.
Canción de cama
Duermeluz
y nos lo comemos todo.
Nos lo bebemos de un solo arranque:
palpitante, estremecido
amoroso corazón
que nos conduce
por laberintos de paciente
glotonería.
Mi labio se acuesta
sobre tu labio
y la noche se hace en el aliento
igual que se hace el amor.
A veces lengua, a veces diente,
a veces centenar de puntas de flecha
dulcemente envenenadas.
Marea de beso, de besos, de besarnos,
precipicio sin fondo
de caer dentro de ti
y dormirme entre los peces
que nadan en tu boca
y en mi boca.
Duermeluz
que el viento se apaga
y la noche se cierra
sobre tu carne de espinas.
Cierro los ojos
y nos lo besamos todo.
Ambar, del verbo
Prisioneros en
una gota
de cristales arañados por el tiempo:
consumadas las mentiras,
blasfemadas las verdades,
quedamos tú y yo
suspendidos en la carne
y el sudor.
Arrancarse de raíz
y caer,
caer,
caer en cascada
libre
hasta ninguna parte.
Retenerse
-retenerte-
en una cicatriz.
Una verdad escurridiza,
amarilla, coronada
de brillos rojas mentiras piadosas.
El ámbar
cruje en palabras
nacidas para decirse
–y no-.
Está rota la bombilla,
desangra la luz.
Desespera (del lado de afuera)
Un largo
silencio
habitado por las muchas-palabras
o por las mismas-palabras
muchas veces.
La pregunta
a mitad
de la espera:
¿me dejo o te quedo?
Mi voz no germina
en tu silencio.
Me tengo que ir.
Brasas
I
Rota la cuerda
ya no te marcha el amor,
tus palabras
me carcomen
el recuerdo;
ceniza para mis oídos.
El círculo se cierra
y regreso al origen de mí mismo:
Me gusta mi soledad
porque está l l e n a de tu ausencia.
II
Puedes venir hoy, si quieres
-también-
para deshacer el nudo roto o para
desandarte la boca;
esta noche, te espero, vuelve,
ven
y desempáñame
el espejo.
III
¿Cuánto tiempo debo apretarme el corazón
para conseguir el diamante?
En vela (suspiro)
Un desierto lunar;
solar en tinieblas.
Un claro de palabras
tejo
-tejemos-
en la ausencia
que no llenas luna.
Nubes de noche,
de noches,
de lunas vestidas
para funeral.
Esta negrura
es simple,
nos cortaron la luz:
falta de pago.
Manifiesto indeciso
Un cuaderno privado
para escribir el mismo poema
un millón de veces
siempre diferente;
para escribir
mil veces
mil poemas distintos
que siempre son el mismo:
una pluma que tinta negro.
Al final, dice la suerte
que nadie sabe
para quien trabaja.
Digo yo:
las mismas letras
nunca se ven iguales.
Concéntrica
I
Un rasguño
y volvemos a encontrarnos:
la cebolla
vive dentro
de la cebolla.
II
Te miro,
desnuda de tu piel,
infinitamente devorada
dentro de ti misma.
Duermes tan encerrada
que dan ganas de llorar.
III
Cuchillo en mano pienso:
me comería tu corazón
si lo encontrara.
Los gemelos malditos
Palpitantes de complicidad
con pares de reflejos
como ojos
inseparables,
como antes y después.
Letra-objetos
que siempre van juntos
-aunque bailen-
y se acomodan
y se reacomodan
en tiempos
ebrios de conjugación.
Marejada de dibujos
con dispersos
ejes de simetría,
como la nada,
como todo,
como las líneas
que se miran y no se atreven:
paralelas.
Lunática
Un racimo de caballos
- lluvia de agujas-
rodando,
camino abajo,
la carrera de gordas
gotas
coloradas.
El aliento helado del espíritu enrojecido
(uno de seis).
Un cuarteto de velas
con puntas flameantes
en decorosa interpretación
de un fuego–a–cuerpo
encendido.
Dos brujitas sonrientes
que se toman de la mano
para cruzar la calle;
un ejército de palabras, viene
cabalgando la piel
de la naranja.
Una visita inesperada
-que se marcha, no atendida-
y un gato negro,
guardián de la entrada.
Es increíble
lo que sale al encuentro
una noche como ésta.
Cempasúchil
No te llevará
el oleaje del perfume,
flor-esencia de muerte,
ni la multiplicación de las luces:
laberinto de memorias
derretidas.
No te irás
con la marea de gente,
ni quedarás sembrado
en los bultos de tierra
sin altar;
no serás sangre
para las flores terciopelo,
ni tendrás
cara-de-muerto
en una fotografía lustrosa.
Mi cuerpo será
banco de peces naranjas,
para tus naves
y sus redes,
y una canasta de pan
para la cena:
yo seré nube de nardos
sobre una tumba vacía.
No te lloveré
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