| Un aire ligero y alegre escapa del asfixiante ruido de la ciudad para  irse a refrescar al rincón secreto de un río milenario. Tembembe lo llaman.  Cuando el silencio embriaga las barrancas que acurrucan al río, se puede oír al  agua clara y cristalina susurrar las leyendas de los pueblos antiguos que alguna  vez vivieron del otro lado del cerro. Es un canto en lengua antigua, en lengua  azteca, que dejaron los antepasados impregnado en el eco de las tupidas paredes  verdes de las barrancas que rodean al río; una melodía dulce y suave que sólo  aquellas personas que tienen el don de la palabra sagrada pueden entender. 
 Afortunadamente ese canto nahuatlaca se ha conservado  también en la lengua de quienes viven justo arriba de los dominios del río  Tembembe; una comunidad que había permanecido aislada del “progreso y la  civilización” por más de cinco siglos: Cuentepec.
 Cuentepec es una de las cinco comunidades indígenas  en Morelos de habla náhuatl con aproximadamente tres mil habitantes. Ubicado a  ocho kilómetros de Xochicalco y al sur oeste del Valle de Cuernavaca, este  rincón de calles empedradas, de casas abiertas de zacatón amarillo y adobe, aún  conserva lo que muchos mexicanos añoran encontrar en el día de muertos, en un  16 de septiembre o en el día de la   Virgen de Guadalupe: su identidad cultural.
 
 Etimológicamente, Cuentepec viene de kuémitl, surco y téptl, cerro, que significa surco o camino en dirección del cerro.  Y efectivamente, al llegar al territorio xochicalca, uno puede ver con  esplendor los cerros que rodean al pueblo y que cansados, caen con sus faldas  hacia las barrancas. Influenciados por el pensamiento católico, se cuenta que Kuentepetzin viejo se fundó en el cerro  que se encuentra del otro lado del río Tembembe, pero Sebastián y Miguel, dos  pobladores de Kuentepetzin decidieron  irse a vivir a la loma más grande que cruzaba el río. Todos los demás  pobladores los siguieron y juntos fueron formando al nuevo Cuentepec. Es por  ello que veneran a Sebastián y Miguel como santos y cada año les hacen su  fiesta. A San Sebastián en enero y a San Miguel en septiembre.
 
 Hace poco más de diez años, la pesadumbre del asfalto  sobre los caminos polvorosos que unían vagamente al pueblo con Xochicalco y  Tetlama, marcaron para siempre el destino de Cuentepec. Gracias a esa carretera  ahora se puede ir y venir a Temixco en un solo día y pueden ir a vender sus  chiles, tomates, cebollas y cal para nixtamal al mercado de Temixco y Tetlama.  Y ante cualquier emergencia médica salen corriendo a otros poblados y ya no  dependen del precario centro de salud. Pero con ello también los camiones, los  turistas curiosos y los proyectos sociales gubernamentales tuvieron entrada.
 
 Muchas personas, atraídas por la casi intacta  herencia prehispánica que se respira en las calles, llegan a Cuentepec e  influyen de manera directa e indirecta en la vida cotidiana del lugar. Antes de  la apertura de la carretera, 100% de los habitantes hablaba náhuatl y en su  mayoría era monoligüe. Hoy en día, se ha reducido a 95 % y la mayoría es  bilingüe.
 ―Todos los niños hablan náhuatl desde pequeños porque  sus padres y sobre todo sus abuelos les enseñan ―comenta Ismael Jiménez, un joven  orgulloso de sus raíces y consciente de la importancia de la conservación de su  lengua materna.
 
 Con la mirada profunda, su tez acanelada y una  melancolía atravesada en su garganta el joven ha presenciado cómo el español  comienza poco a poco a tomar el lugar del náhuatl.
 ―Pero también hay gente que ha comenzado a dejar de  hablar el náhuatl. Que porque les da pena, que porque es mejor el español, que  porque ya no lo enseñan en la escuela… ―suspira con singular preocupación.
 
 
  Sin embargo a primera vista  del visitante extranjero, esta realidad parece no presentarse cuando uno va  caminando entre las calles y escucha a la gente hablar en náhuatl. Las mujeres  con su rebozo gris, sandalias de piel  y su colorido vestido tableado que contrasta con su blusa de encajes y su  delantal a cuadros, salen a los mandados y comúnmente hablan entre ellas  náhuatl. Pero si uno observa con atención, se percata del paseo despreocupado  de una que otra jovencita o joven con jeans,  camisa con estampados en inglés y tenis. En las paredes de las tienditas están  pintados en español los nombres de “Pollería”, “Tortillería”, “Abarrotes Lucy”,  e incluso las casetas de teléfono Telmex dan por hecho que todos leen el castellano  y por ello su publicidad está en español. Es entonces cuando uno comienza a  entender por qué año con año el porcentaje de nahua hablantes se ha ido  reduciendo. 
 ―Yo soy de los pocos pobladores que sabe leer y  escribir en náhuatl ―dice Ismael con mirada pensativa―. El náhuatl nos lo enseñan en casa y cuando entramos  a la escuela lo seguimos hablando hasta tercero o cuarto de primaria. Pero  después ya todos los libros son en español.
 
 Ismael ha sido uno de los escasos jóvenes que logró  terminar una carrera en la Universidad   Autónoma de Morelos. La mayor parte de los jóvenes cursan  estudios hasta la secundaria y posteriormente contraen matrimonio, se integran  al ámbito laboral del campo o se van a trabajar a Estados Unidos. Esta última  situación también ha tenido un impacto significativo en la evolución  lingüística del náhuatl en Cuentepec, ya que dichos jóvenes, al regresar del  otro lado traen consigo nuevas expresiones e incluso reniegan de hablar la  lengua materna.
 En las orillas de Cuentepec hay un jardín de niños el cual es una  escuela de iniciación escolar donde antes estuvo un vivero auspiciado por la Coordinación   Nacional del Plan de Zonas Deprimidas y Grupos Marginados.  Por otro lado, justo a un lado del zócalo, se encuentra la escuela primaria que  cuenta con dos turnos a los que asisten aproximadamente 500 niños. Es la única  escuela bilingüe en Morelos la cual desde primero hasta cuarto de primaria  enseñan a los niños a escribir en náhuatl e incluso los libros y exámenes se  encuentran en el idioma prehispánico. Sin embargo, conforme los niños suben de  grado, el náhuatl se va borrando de los libros de texto y la enseñanza del  idioma español desequilibra la balanza de la denominada “escuela bilingüe”.―La Secretaría de Educación Pública nos manda los  libros de texto en español y también los exámenes. Nosotros no podemos estar  traduciendo todo al náhuatl. Incluso las calificaciones y los documentos los tenemos  que entregar en español” ―comenta el profesor Javier Ramos, maestro de sexto año de  primaria de la escuela.
 El profesor es originario de Xoxocotla, una comunidad  donde también se habla náhuatl, pero en menor porcentaje que Cuentepec. Como  él, muchos maestros de la escuela primaria son de fuera y se percatan de la  silenciosa y paulatina negación del idioma, ya que los niños dejan de hablar  entre sí el náhuatl para sustituirlo por el español.
 ―Antes, el español lo utilizábamos para comunicarnos  con los de afuera, pero ahora, lo utilizamos como un medio de comunicación  cotidiano, sobre todo las nuevas generaciones. En la escuela tratamos de seguir  fomentando el náhuatl a través de festivales, canciones y cuentos. Pero la  influencia externa y la de los medios de comunicación es más fuerte.
 Durante el sexenio de Vicente Fox, el Plan Nacional  de Desarrollo contemplaba las recomendaciones realizadas por las Naciones  Unidas enfocadas a fortalecer el sistema de  educación bilingüe intercultural en el país por medio de recursos suficientes  para cumplir eficientemente sus objetivos.
  Es por ello que por acuerdo Presidencial, la Secretaría de Educación Pública (SEP)  creó la   Coordinación General de Educación Intercultural Bilingüe, la cual aseguraría que todos los mexicanos,  especialmente los niños indígenas en edad  escolar, estuvieran incluidos en el proceso educativo. Sin embargo no se hizo  hincapié en la importancia de una educación bilingüe adecuada para cubrir las  necesidades lingüísticas de cada comunidad y con el primordial objetivo de  preservar la lengua de cada lugar. De acuerdo con la información que  recaba la Secretaría  de Educación, el presupuesto designado a la Coordinación General  de Educación Intercultural y Bilingüe ha disminuido de $83,592,600 pesos en el 2002 a $36,052,207 en el  2005
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 Lo anterior demuestra la falta de interés del  gobierno sobre las comunidades indígenas y la preservación de la lengua, la  cual lleva consigo la identidad, la cultura y la historia de un pueblo. ―Cuando yo sea grande y tenga hijos, quiero que hablen  náhuatl como mis abuelos ―sonríe tímidamente Jessica Ocampo, una niña de 12 años que  asiste a la escuela primaria de Cuentepec―. A mí, mis papás me enseñaron a hablar pero a veces  hablo en español con mis primos. Pero me gusta mucho el náhuatl porque lo  hablan mis abuelos y nos cuentan historias en náhuatl.
 Jessica, una niña de ojos redondos y brillantes y un hermoso cabello  negro que baila con el aire de las barrancas, expresa con su usual inocencia el  deseo de nunca dejar de hablar su lengua materna: ―Cuando sea grande, quiero que mis  hijos hablen náhuatl para que ellos puedan contar las historias de mis abuelos  a sus hijos.
 Todos los lunes por la mañana, Jessica y sus  compañeros de escuela cantan al unísono el himno nacional mexicano en náhuatl.  Es entonces cuando se conjuga un canto forzado del pasado prehispánico con las  letras de la historia de un México mestizo.  Río Tembembe
  Barrancas Cuentepec
 Nuestra identidad nacional se fundamenta en la  diversidad lingüística y cultural. En la medida en que las lenguas indígenas se  vayan perdiendo, la riqueza de nuestra cultura también se irá desvaneciendo.  Cuentepec aún es un poblado con un alto porcentaje de nahua hablantes, pero  inmerso en un proceso social inevitable que hará que año con año este  porcentaje diminuya.
 
 Mientras tanto, abajo en la barranca, el río Tembembe  seguirá cantando eternamente las leyendas en náhuatl que los antiguos le han  heredado. Sólo aquellos que tengan la voluntad de escuchar podrán seguir  conservando la belleza de una lengua milenaria que se resigna a ser olvidada.
   
                    
                       Informe E/CN.4/2004/80/Add.2. Documento difundido por el Consejo  Económico y Social de la ONU  con fecha del 23 de diciembre del 2003,  titulado: CUESTIONES INDÍGENAS. Derechos Humanos y cuestiones indígenas.  Informe del Relator Especial sobre la situación de
 los derechos  humanos y las libertades fundamentales de los indígenas, Sr. Rodolfo  Stavenhagen. Misión a México.
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