1992-2002
Decir amor es mencionar lo más bello de la naturaleza humana,
es evocar lo más precioso del ayer, del hoy y del mañana.
Decir amor es pensar en algo de infinita ternura,
es pensar en algo de exquisita dulzura.
Decir amor es hablar del prodigio de la vida,
es lo que te permite expresarte día con día.
Decir amor no es hablar de algo pasajero,
sino de algo próspero y duradero.
Porque el amor se manifiesta en mil maneras,
siendo todas ellas hermosas y plenas.
Porque el amor se manifiesta sin fronteras;
cuando se manifiesta, lo hace sin barreras.
Porque la esencia del amor no desaparece,
es espontáneo, pero nunca perece.
Porque el amor no va a disminuir,
es algo que jamás se habrá de extinguir.
Porque el amor verdadero siempre es benigno,
por más que lo corrompan o lo hagan clandestino.
Por eso y mucho más, el auténtico amor
es la obra más portentosa del Señor.
2003
De apariencia funesta,
Ronda en los pantanos
Una poderosa bestia
A la que temen todos los humanos.
Mas esta afirmación es falsa,
Pues en el remoto país de Kenia,
Donde el fanatismo se combina con la caza,
De coco-adoradores existe una etnia.
A la sombra del gran Kilimanjaro
Se perciben entusiasmados cantos;
Son emitidos por la raza del cántaro,
Que busca por el río a los temibles lagartos.
Y en verdad para los del continente nativos
No representa peligro alguno el cocodrilo.
Es para ellos dador de vida, fuente de alimentos,
Siempre que se le aceche con el debido sigilo.
Es portador de tantas bondades el reptil
Que las tribus lo honran en un gran festín,
Del que tiene parte desde la persona más senil
Hasta la pequeña niña que sólo responde a un mohín.
Por eso contra las erradas costumbres,
Dirijo mi pluma a favor del doliente gigante,
Aquel que, aun inofensivo para los hombres,
En signo de muerte, por rutina, se convierte.
2004
Anda, crea tu arte, pinta;
o edifica, si así lo prefieres.
Dale textura, embálsala en tus tonalidades,
haz que nazca la pared.
Claro que la puedes modificar,
para tu disfrute, para tu comodidad,
por capricho.
Ya sabes que las paredes tienen oídos,
algunos dicen que tienen ojos,
pero recuerda que además tienen tacto.
Si transformas su piel, ten cautela,
también alteras la tuya.
2005
Naranja metálico, quizá no tan naranja.
Se gira y el plateado domina de nuevo la figura;
mientras en el exterior, de la aterciopelidad oscura
surgen historias húmedas que caen sobre la granja.
Junto al fuego, las bebidas son más reconfortantes;
el tiempo se va aligerado o transcurre exhaustivo,
invariablemente en contra del anhelo y el motivo,
para incluso mezclar su hoy con nuestro antes.
Es esa dulce ventana que nos remonta a lo acaecido
la que origina el recuerdo, de la que surgen las risas;
finalmente conseguimos que las horas sean sumisas,
entramos a un momento que no precisa de cumplido.
Somos sinceros, pues la anécdota tuvo dos testigos;
nos enlazamos, porque la memoria así lo reclama.
La felicidad vuelve a ser de nuestro corazón ama;
conocemos la serenidad que carece de enemigos.
Mas, si la ventura me rodea ¿por qué no me persuade?
Posible es que se deba a esa persistente incertidumbre
que toda seguridad conserva hasta su más alta cumbre,
donde el recelo de lo ignorado ya sin trabas nos invade.
Ahora que llegamos a la recámara intentas ahuyentar el sueño.
Quieres conversar pero, recostado, pudo vencerte el cansancio;
a partir de ahí no podré acompañarte, hermano, eso es el inicio,
tu entrada a un orbe onírico que no es para mí nada halagüeño.
Tengo miedo de cerrar los ojos, de abandonar mi panorama;
tengo miedo de abrirlos, reaparecer en donde, solo e inerme,
no reconozca nada, para que llegue con ansia a preguntarme
¿Dormí, y todavía estoy aquí? No, ya me tiraste de la cama.
2006
Transcurre lento el ocaso de mi propio orgullo.
Sentado, se sublima,
paulatino
e intenso.
Me levanto, perenne.
Ajeno a los ecos,
aguardo; voz eterna.
La imagino,
atronadora,
¿por qué les importan mis huellas,
si pueden tenerme entera?
No quiero el humo,
ansío el fuego.
Lento transcurre el ocaso de mi orgullo,
y soy inconteniblemente feliz.
2007
Si todavía existe algo con honra,
o virtud que merezca atesorarse,
si aún hay un lugar libre de sombra,
entonces será preciso que lo halle.
Pues bien sé que mi mente en parte dicta
hacer caso omiso al león rampante,
que eternamente al desamor incita
e impide ver la hermosura contrincante.
Así, no he de buscar riqueza alguna
que no sea el zafiro del humilde
oculto donde luna a sol arrulla.
Y si he de pelear por lo que quise,
lo haré sólo para destruir la gruta
que torne en simple brizna al hombre dique.
2008
Mis dedos te recorren.
Cada trazo de tu superficie,
suntuosa, impregnable.
El vapor, esencia tuya, profunda.
Llega a mí.
No puedo esperar a tenerte.
Cerca.
Me adentro en ti, y la sensación.
La sensación.
Voy descubriendo tus capas.
La confortante uniformidad de unas.
La textura de otras;
bajo mi lengua,
avellana.
Eres mi amigo.
Xocolátl.
Amigo de mi tierna infancia,
y de mi infancia eterna,
y más gente
debería escribirte poesía.
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