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Segundo Lugar

  “¿Sobresaturación o carencia de ideas?”
Edna Rodríguez Vizcaíno
Campus Irapuato:

 

 

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Saber es poder 2

Francis Bacon

 

La frase que da comienzo a esta reflexión es una pregunta que me hice a los diecisiete años, cuando estaba cursando el quinto semestre de preparatoria, hace una década, lo cual parece mucho tiempo, pero hoy en día surge de nuevo el cuestionamiento de la misma manera y con respecto a un tema inmenso que nos preocupa desde siempre; pero también aparece intentando responder incógnitas que surgen dentro de otro panorama: las generaciones de adolescentes que hoy en día he conocido debido a mi rol como profesora.

            Así que la pregunta comenzaba hace muchos años siendo estudiante, lo cual me pone en el papel que hoy en día ocupan mis alumnos; es así que intentaré hablar en dos tiempos, haciendo un contraste entre lo que sucedía con los jóvenes de mi “generación” y lo que observo hoy en día debido a la interacción con los adolescentes, pero también con el mundo “adulto”. Hoy puedo decir que tengo una amplia y profunda visión de ambas realidades, las cuales chocan constantemente; antes sólo imaginaba lo que era ser “adulto”, hoy intento serlo y adaptarme a ciertas circunstancias que son difíciles de aceptar.

            Lo mejor de dos mundos sería una frase cómoda, pero sabemos que hoy en día ningún mundo es el mejor posible. Pensando en el tema central de mi reflexión declaro con toda convicción que el problema de ayer es el mismo de hoy pero se ha convertido en algo mucho más complejo y urgente, dado que actualmente los adolescentes son hijos de una cultura que trae consigo el “estigma de la indiferencia”, por llamarlo de algún modo. Pero antes que la cultura está la familia del adolescente y también todo el ambiente circundante, todos lugares en los cuales se presenta el mismo síntoma de alarma, el cual llega hasta nosotros mismos.

Es decir, aquellos que por cualquier razón —menos la adecuada— estamos encargándonos de la “educación integral” de los futuros adultos, que vivirán en un universo mucho más contradictorio de lo que ahora mismo imaginamos. ¿Puede ser el mundo futuro mucho más discordante que el actual? Sabemos que la pregunta es mera retórica, pues cada siete o diez años observamos el mismo vertiginoso cambio en todos los niveles, transformación que viene precedida por una era de comunicación masiva y entretenimiento global.

         Una falsa era de prestigio social basado en “el capital”3 ese que en estos días demuestra su existencia virtual, su falsa importancia pero sus devastadores y reales efectos sobre las sociedades netamente consumistas de hoy. “[…] La clase de consumo a la que me refiero es el llamado consumo de masas, consumo de bienes de uso duradero, considerados por algunos como superfluos y por muchos otros como necesarios. Pues si bien toda sociedad, por el simple hecho de existir, ya es en alguna medida sociedad de consumo, sólo la llamada sociedad de consumo en masa, la sociedad tecnológica de consumo, o sociedad de consumo burocrático dirigido se define durante la infancia…” 4

Es una terrible realidad que en la infancia lo primero que el niño aprende además de la manipulación y la expresión verbal, por imitación inconsciente de lo que observa, es la aparente necesidad o extensión de que sus padres son lo que poseen, así como la transmisión de imágenes donde las personas nunca aparecen por sí mismas valorizadas, sino que es a través de objetos, marcas, lugares o “conceptos de imagen-venta” donde el niño capta que la persona es lo que tiene.

El estado de la vida actual y sus manifestaciones racionales han sido objeto de estudio, tal como en el pasado, pero hoy con un matiz diferente, ya que a nuestro tiempo contemporáneo la filosofía lo ha llamado “fin de la historia”, “era del vacío”, “mundo de los metadiscursos”, lo cual pasa por primera vez en la racionalidad humana (hasta donde nosotros sabemos), pues nunca antes una época había pensando su advenimiento como un fin sino como un principio de algo más, un avance hacia el progreso (tal como seguimos queriendo pensar); para ello podemos poner de ejemplo a la ciencia, en donde quizá haya un clima mucho más optimista, pues los dominadores de la naturaleza, aquellos que no han logrado tener conciencia más allá de su saber tecnológico, siguen postulando que vamos hacia un bien común, que somos capaces de transformar todo, incluso el inminente calentamiento global, la deshumanización, etcétera.

Creemos poseer el conocimiento para controlar todo lo que hemos ido trayendo como consecuencias del “gran progreso técnico de la humanidad”; sin embargo, habría que recordar: Para poder dar órdenes a la naturaleza hay que saber obedecerla”5, lo cual hemos olvidado debido a la confianza extrema de que siempre habrá una nueva forma de resolver los daños que estamos produciendo en el planeta debido a los excesos industriales y sus efectos contaminantes. Los que hablan desde las religiones, sea cual fuere, insisten en que la respuesta es la Fe. Los políticos prometen nuevas democracias y sistemas en donde la justicia por fin será posible; a veces creemos que sí y llega la esperanza de la mano de una elección donde por fin el color de la piel no ha tenido la última palabra6 (al menos eso parece).

La realidad es que aunque podamos ser optimistas respecto a la situación de nuestro entorno actual, sabemos también que tenemos problemas de fondo que debemos poner sobre la mesa de disección, ya sea ésta la de un quirófano o la de nuestros propios pensamientos; sin embargo lo negativo de la cuestión es que parecemos contentarnos con “saber” las cosas pero ahora ya no logramos hacer nada. La frase del padre del empirismo y por tanto del conocimiento científico y experimental se ha debilitado con la saturación de todo aquello que aprendemos por las más distintas vías del aprendizaje, sean éstas por el lado académico, práctico, vivencial, ideal, cotidiano o incluso “virtual”. Los profesores, es decir, los supuestos portadores o facilitadores del conocimiento, no pueden ser meras plataformas discursivas y mucho menos ser guías despreocupados de su labor. El profesor que ha perfilado el Tecnológico de Monterrey es un especialista en su materia, no precisamente un doctor en la educación misma, pues hoy en día esa profesión está en desuso, ya no hay lo que antes se llamaba “decanos”, ni mucho menos “profesores por devoción”; sin embargo, instituciones como ésta se plantean una meta bastante elevada: conseguir profesionistas que puedan tener un perfil académico y personal lo suficientemente amplio como para poder jugar el rol del profesor que esta época necesita.

Todo esto no llega de manera unilateral. Sabemos por otra parte que desde hace algunos años las empresas de corte tecnológico se dieron cuenta de la gran carencia de principios humanos en su política, descubrieron dentro de sus propios sistemas de edificación un vacío que está provocando terremotos en todas las realidades sociales: los jóvenes se preparan solamente en un saber mecánico, en un conjunto de habilidades que sólo apelan al conocimiento técnico, numérico, racionalista; saben hacer las cosas que se les enseña pero no saben pensar ni diseñar; son excelentes en su saber específico, en aquello donde deciden ser “exitosos” y algunos pocos en verdad logran serlo. Pero por fin nos hemos dado cuenta de que la “praxis”, el hacer material, no lo es todo. Lo que hacemos ha perdido el sentido, la única meta es la ganancia económica, el metal.

Hoy aceptamos que eso no hace mejores a las personas ni da felicidad, ni siquiera nos permite realmente una vida benéfica, pues hoy en día los poderosos en riqueza económica también son quienes más riesgos viven, pero sobre todo quienes después de adquirir el poder de “comprarlo” todo se dan cuenta de que no tienen nada, es decir, no han logrado nada dentro de ellos, todo ha sido para lograr un pulido exterior, un sincrónico y perfecto funcionamiento de la maquinaria social, pero dentro de ella el vacío está generando un caos mayor al que se había pensado.

Necesitamos un saber sobre nosotros mismos, un conocimiento de lo que hay dentro de cada ser humano, y para eso no hay “reglas, ni políticas ni manuales de acceso rápido y resolución única”7. Los padres de los jóvenes que tenemos en las manos muchas veces demuestran haber carecido de esta formación y la transmiten a sus hijos en varios condicionamientos casi “naturales”. Si no sirve para algo inmediato, no importa aprenderlo; si no divierte o enajena, no vale la pena saberlo; si te insisto en ser responsable y pensar las cosas antes de hacerlas, pero en contraposición te doy un coche último modelo a tus quince años y acepto que lo manejes sin obtener un permiso especial, chocas y pretendo que aun así no pasa nada, y como colofón resuelvo el problema mintiendo sobre quién manejaba con tal de poder usar el seguro, creo que a todos nosotros nos queda claro que aquello llamado “sentido común” ya no es tal, pues todo lo descrito como ejemplo en boga es la muestra más básica de la falta de veracidad entre lo que se nos pide y lo que realmente hacemos en el mundo “real”.

En un país como México los ejemplos son infinitos: te digo “no fumes, no bebas, no engañes”, pero te muestro el singular ejemplo a través de mis acciones; además de que en la Internet y en la TV la “cultura” bombardea con mensajes totalmente arbitrarios donde el alcohol, las drogas, la sexualidad vista como “objeto”, el estatus socioeconómico y el éxito en la vida van todos en una bonita caja de regalo que lleva como tarjeta de felicitación la idea: “Si puedes vender lo que seas, podrás obtener lo que quieres; si quieres tener todas estas habilidades físicas y sociales, tienes que poder ofrecerte al mejor postor y éste muchas veces no tiene otro nombre que la corrupción en todos los ámbitos de nuestra vida”. Todos participamos pero nadie acepta la culpa porque “así es la vida y así nos tocó en este país”. Nada sorprende, ni siquiera la soledad íntima que todos sienten a pesar de estar rodeados de “amigos”, porque la amistad y el reconocimiento social dependen de qué auto usas, qué ipod o celular tienes, si eres flaco o gordo, si tienes pase VIP, como dicen ahora.

Para no irnos al extremo de todo eso que venimos mostrando, también podemos con cierta alegría decir que muchos se salvan de caer exactamente en el síntoma o cúmulo de rasgos mencionados. Algunos adolescentes claman por algo distinto, por no caer en esa serie de situaciones que parecen lo “normal” e incluso “lo deseable” porque de otro modo se les tacha de raros o aburridos. La crueldad, el morbo, la doble moral, la hipocresía y la falta de ética están de moda entre nuestros alumnos, es una cuestión trascendental a la cual no podemos cerrar los ojos. Tampoco podemos negar que hemos ayudado a generar cierto cambio ofreciendo una educación de alta calidad, intentando integrar el avance tecnológico y científico (económico) con una integración humanista de valores, pero como esto aún tiene muy poco de estarse realizando y aún no sabemos si la teoría realmente ha sido llevada a la práctica, podemos afirmar que estamos en un momento igual de crítico que la situación financiera del mundo. Que ese pánico a no tener petróleo o agua potable, miedo que en realidad es un agente pasivo porque aunque es perceptible como un rumor generalizado no tiene una manifestación emocional, se queda congelado a nivel de una leve imagen que jamás llegamos a procesar ni a codificar porque nos han acostumbrado a la saturación interminable de las realidades “virtualmente inmediatas” pero emocionalmente nunca empáticas de todo el sufrimiento y contradicción que se vive en este planeta Tierra. Hemos si acaso puesto un pie en el umbral del reto que supone seguir siendo facilitadores de un “conocimiento” que se ha legalizado nada más porque sí, como si se tratase de una educación autocrática, donde no sabemos quién dijo que las cosas son así o que debemos creerlas.

¿La ciencia es positiva en verdad? Obviamente la respuesta es un “sí”, tomando la ciencia como conjunto de técnicas y conocimientos que dan resultados prácticos a la humanidad, pues de esa manera estamos pensando en una creación realmente deslumbrante; esto se comprobó incluso hace miles de años cuando los griegos comenzaron a llamar techné a la capacidad de reproducir un hallazgo utilizando una “manera” eficaz, conocida e infalible para seguir produciendo cierto fenómeno. Los que no son positivos ni deslumbrantes son el uso y el fin que la ciencia tiene en las manos de aquellos sistemas que la controlan, que pueden “pagar por ella”. Los investigadores son peones, igual que cada uno de los que trabajamos desde nuestras trincheras, sin embargo el qué se hace con la tecnología es algo que ya ni siquiera parece en manos de los poderosos, pues hay una máscara terrible en torno a quién o qué es lo que dirige nuestros pasos, ideales, creencias y proyectos.

El tono se vuelve muy apocalíptico, lo cual despierta en quienes leen este tipo de reflexiones un dejo de burla, algo así como un “estás pensando demasiado”, pero lo grave es que sabemos que es una verdad auténtica; nadie quiere pensar en nada, todos usamos el fax (por hablar del inicio de esa especie de magia en la transmisión de la información y los documentos), la mayoría sabe usar la Internet, sabe buscar información en segundos, hacer copy-paste; todos experimentamos de algún modo la increíble importancia que la llamada “vida virtual” tiene en la actualidad; para bien y mal todos se exhiben en el ciberespacio, ya sea por trabajo, por diversión, por no tener capacidad para hacerlo en el mundo real, que a veces pareciera muy pequeño y triste a comparación del infinito mundo virtual creado por la web.

Un alumno lo mencionaba en algún trabajo escolar, un alumno pensante que veía la realidad como es planteaba que si tuviésemos que vivir un día entero todos nosotros sin un celular, sin una laptop, sin el coche, sin los innumerables gadgets8 a los cuales estamos esclavizados como sociedad de masas posmoderna, estaríamos perdidos. Detengan la acelerada vida de bits transmitidos por nanosegundos y sus funciones apegadas a pequeños instrumentos tecnológicos y vean cuán cierto es. Como profesores dependemos al 100% de la tecnología, de Google, de plataformas, de un USB, de las listas electrónicas, de los proyectores y de que esos sistemas realmente funcionen y sean “asertivos”.

¿Podemos usar este concepto para hablar de los instrumentos a través de los cuales manejamos nuestro día a día? Parece ilógico, pues una computadora no logra ser asertiva “esforzándose” en funcionar correctamente y dándonos esa supuesta “ventaja personalizada” que tanto nos venden las marcas más solicitadas en el mercado. Pero sí podemos decir en cierto modo irreverente que la asertividad de los procesos que estamos santificando en nombre de la tecnología y las sociedades de consumo es bastante relativa, y es ahí donde la saturación de ideas se contrapone de manera polar al término carencia.

La carencia del porqué sobre la vida misma ha sido reemplazada por la sobresaturación de para qué me sirve, cómo lo hago más liviano, más portable, más light, más programable, con más memoria para meter en ella datos inútiles; así damos con la imagen ideal: el alumno se siente (si acaso se lo confesara a sí mismo) como una novedosa memoria USB que debe estar a la vanguardia, convirtiéndose en microchip de ser necesario para poder aceptar, sin poner ningún “antivirus” de por medio, toda esa saturación de datos, archivos, música, imágenes, películas que pasan por el software pero jamás llegan al hardware.

Si el adolescente típico de hoy fuera un disco duro que pudiéramos abrir para analizar por partes, veríamos que quizá nada ha sido guardado en esa parte de la memoria y, peor aún, nada ha sido asimilado por la serie de programas que intentamos colocarle, porque conforme entra más información la más antigua es “formateada” o segmentada en sus unidades más pequeñas, donde no se puede relacionar con nada, se queda en ínfimos bits, los cuales son esas palabras vacías y superfluas que para los jóvenes e incluso para algunos adultos de hoy no significan absolutamente nada: guerra nuclear, Hiroshima, hambruna, genocidio, ONU, pedofilia, abuso, violencia, degradación; lo mismo pasa con palabras como obra de arte, Monalisa, Grecia, política, alma, Dios, hombre, ser humano. Existen, son conocidas de algún modo “virtual”, pero a la hora en que se les pregunta por su contenido, su significado, pero ante todo por el sentido de esas palabras, comienza una especie de “sobrecarga” (la cual sólo se detiene al dar reload) que la memoria que es el alumno no puede soportar, no sabe dónde comenzar a relacionar nada, ni siquiera entiende y mucho menos le importa el valor de la historia, así como tampoco puede comprender el valor de que otros mucho antes que él dieran la vida por esas ideas que para él no significan gran cosa.

En cambio, en la memoria el símbolo de McDonald’s inmediatamente es relacionado con el payaso, con la hamburguesa, comida rápida, dólares, “cajita feliz”. La “S” con Sonny, la “MM” con MM Cinemas, pero el símbolo universal de la memoria que compartimos como sociedad es el de $$$. ¿Cuánto cuesta? Si pidiésemos que los alumnos anotaran (no sólo ellos sino todos nosotros) cuántas veces en un día dicen en voz alta o mentalmente esa pregunta creo que los resultados serían reveladores.

Si les preguntamos cómo un maestro puede evidenciar su preparación o capacidad para ser profesor las respuestas más comunes son: “Es divertido”, “es aburrido”, “sabe explicar”, “no se le entiende”, “está fuera de onda”, “nos da confianza y sabe de lo que hablamos”, “nos deja demasiada tarea”, “nos permite una clase amena donde no hacemos nada”. De nuevo, hay quienes sobrepasan esto y exigen en verdad aquello de la “excelencia y el ser mejor”, pero a veces concuerdan en que pareciera que lo importante es la cantidad y no la calidad; pues hay muchísima información desde todas las áreas, cantidad de trabajos, demasiadas actividades académicas, deportivas, pero pocas veces queda en el alumno algo de valor real más allá de “por fin son vacaciones” o “por fin acabé el semestre”.

Quizá sea normal, dentro de aquello a lo que nos hemos acostumbrado (es como decir: “Prepárate para la vida real”). Por otra parte, las evaluaciones con que medimos el alcance de nuestras metas para ser honestos aún no son realmente métodos para medir aquello que buscamos en la educación. La inteligencia emocional aún no es desarrollada del todo, pero de nuevo recuerdo que es una enorme ventaja tener ya los dos pies sobre el umbral.

Es por ello que dentro de una institución como el Tecnológico de Monterrey es donde podemos vislumbrar un modo, una pequeña rendija quizá virtual, pero más real que muchas físicas, para realmente diseñar y llevar a la práctica esa transformación que necesitamos para poder enfrentar el vacío en cuanto al valor y el sentido del saber en nuestra época. La meta es “exigirnos ser mejores”; estamos en el camino de serlo, pero apenas tenemos un trazo que aún necesita diques, señalamientos, mensajes y símbolos con los cuales volver a pensar las cosas. No debemos caer en la saturación, que sólo es el otro lado de la carencia; el exceso de recursos, de metas y de programas no es una vía para asegurarnos esa excelencia que llevamos por eslogan. La exigencia no es sólo ser mejor sino ante todo comprender qué es ser mejor y a dónde puede llevarnos el serlo.

Por todos lados hay títulos como: “¿Por qué ese idiota es rico y yo no?”, “¿por qué los más tontos llegan más lejos y más rápido que los más inteligentes?”, “Los emprendedores con éxito son los que desde el inicio no tienen que emprender nada porque consiguen quien haga las cosas por ellos”9, frases que esperaríamos fuesen bromas, pero que sabemos son verdades pragmáticas o cuestionamientos que se hace todo el mundo observando quiénes son los exitosos en esta época y cómo han llegado a serlo, según la sociedad de consumo en la cual vivimos. Es increíble, pero la primera frase que he utilizado es el título de un libro que en cuanto ves en el aparador te detienes porque inevitablemente tus ojos ven palabras como rico, idiota, yo, y algo invisible nos hace detenernos a ver la portada, a leer y pensar: “¿De qué habla este libro?” Pues sorprendámonos un poco más al leer la descripción del propio autor sobre su obra: Cíñete a las viejas reglas para ganar dinero y seguirás pobre. Rompe con esas reglas y te harás rico. Este libro te enseñará cómo. (La ortografía tuvo que corregirse.) En la siguiente cita dejo de corregirla para que notemos la calidad de la reseña, aunque no sabemos si los errores son de quien sube el texto a la red, o de quien lo redacta, o del editor, del escritor, o

Robert Shemin, autor de grandes bestsellers, revela por primera vez los secretos   del circulo interno de los mega-ricos. Alguna vez te has preguntado por que algunas personas atraen la riqueza mientras que otros permanecen atrapados        economicamente y endeudados? La clave se encuentra en una manera de pensar poco convencional y favorable a la riqueza. Puede que hayas intentado   enriquecerte y no lo hayas logrado todavia, o puede que solo necesites la      confianza necesaria para sonar en grande. En cualquier caso, este es el libro          indicado para ti. En este libro aprenderas a: Fijar solo un objetivo, y convertirlo            en un objetivo importante Disfrutar de la vida mientras tu dinero trabaja Dejar de   crear el negocio de otros y empezar a crear el tuyo propio…

            Vivir y pensar como un millonario mientras te conviertes en uno Utilizar   el poder y el manejo de otros Idiotas Ricos para ayudarte a ingresar en el Club        de los Idiotas Ricos Y mucho mas En este libro, el primer libro que te ensenara   lo que de verdad se necesita para alcanzar la abundancia economica, Shemin        ilustra de manera amena e inteligente que ir contra corriente es, de hecho, la             manera mas segura de ganar. Dedica unas cuantas paginas a conocer a Robert y            a sus amigos Idiotas Ricos, y quedaras convencido de que “si ellos lo lograron,         yo tambien puedo”.10

Ahora comienzo a entender, entre otras cosas, por qué mis alumnos pelean tanto aquello de que los “acentos” no son importantes, cuestión que también pueden afirmar muchos profesores del área científica o administrativa, o incluso los de humanidades (¡!). Pero los acentos quedan de paso cuando uno lee preguntas tales, donde obviamente sabemos qué tipo de ideales son los “deseables” y “vendidos” en nuestra sociedad. El éxito de este autor es ser millonario cuando nadie esperaba nada de él; quien le hace la reseña es otro autor que te ilustra sobre cómo hacerte millonario automático. Entonces, según podemos analizar en estas premisas, la idea es que nuestro éxito como personas radica en si logramos hacer dinero en la vida, ni siquiera en qué podemos hacer o provocar con ese dinero, sino más bien el título, tal y como sucede cuando se menciona a Donald Trump111, de quien no se sabe realmente profesión, beneficios a partir de sus empresas o trabajos creados gracias a todos los negocios que él maneja; sólo sabemos que es un tipo que pasaba en un programa de “aprendices”, que es billonario y que usa un horrible peluquín. Ah, y claro, que cuando se divorcia de las barbies con las cuales se casa se asegura de no darles más que lo justo y necesario de todos esos miles de dólares a los cuales se siguen sumando unos más.

Dentro del Tec de Monterrey tenemos otras frases con las cuales podemos iniciar el combate: “Un emprendedor vuelve realidad sus ideas”… Aquí la cuestión es que debemos hacer un énfasis mayor en que la importancia no sólo reside en que la idea vuelta realidad comporte ganancias financieras, sino cómo esa idea te cambia, te forma como ser humano y a su vez produce cierto efecto en la red que formamos como mundo.

 ¿De dónde nace la idea? Ésa es otra cuestión demasiado importante, pues si en verdad nos hemos propuesto lograr una transformación significativa12 en la educación deberíamos colocar en primer lugar dentro de las necesidades urgentes que cualquier profesor conozca el porqué de lo que enseña, no sólo su para qué, aunque esto suponga una dificultad en cómo le demuestra al alumno que el conocimiento no son sólo datos y resultados, sino algo que en primer lugar tuvo que construirse a sí mismo como pensamiento, como idea.

La misión de un profesor es lograr que no haya saturación ni carencia, sino un análisis y una perspectiva donde el conocimiento pase por una mente preparada para saber qué debe creer, qué no, cómo pensar a partir de lo aprendido, pero ante todo saber pensar. Lo contrario es el resultado de saturar o carecer, aunque la primera acción esté en el punto 1000 (saturación) y la segunda en el punto cero (carencia), pues dichas situaciones sólo conducen al automatismo, a que un joven aprenda a ubicar con indiferencia un cúmulo de saberes sin sentido dentro de su memoria inmediata, lo cual supone que volvemos al punto de pérdida, de ignorancia, pero con remanentes que permiten la manipulación de información que al no ser comprendida ni pensada puede ser interpretada con deformaciones que conducirán a conductas y personalidades “problemáticas” o “ausentes”, lo cual comprobamos cada vez que deseamos encontrar jóvenes entusiasmados por la amplitud de recursos, temas, visiones y maneras que inventamos para poder transmitirlos y sólo encontramos un gesto de “qué flojera”.

¿Cómo podemos dar un reload a la manera en que el adolescente entiende y percibe su propia “educación”? Ésa es la verdadera misión que tenemos que resolver antes de plantearnos otras metas, pues de ella dependerá si las alcanzamos o no, pero antes deberíamos incluso preguntarnos si nosotros como profesores estamos 100% dispuestos a sobrecargar un nuevo sistema donde el conocimiento vuelva a tener sentido y significado, para depurar la saturación o, de ser necesario, comenzar a llenar con un saber significativo nuestras propias carencias.

 

NOTAS

1. Significado: recargar. El término se usa mucho dentro de nuestra era digital, es un proceso que se pone en marcha cuando un sistema se sobrecarga y hay que volver a “cargarlo”; parece algo muy redundante pero es interesante porque representa la función de volver a poner en marcha el inicio de algo pero también el contenido que suponía. Si una computadora se queda “trabada” lo único que podemos hacer, dado que no va ni hacia atrás ni hacia adelante, es decir, “no hace nada”…, es darle reload porque no puedes cambiar nada, ni siquiera apagándola de una manera “normal”, por ello el término embona muy bien cuando pensamos que a nuestra cultura le pasa lo mismo, es decir, le pasa todo y nada, en este mundo donde aprendemos todo sobre la nada que se ha vuelto el conocimiento.

2. “El conocimiento es poder.”, en http://es.wikiquote.org/wiki/Francis_Bacon

 

3. PA: ¿Qué tan grave es la crisis económica que estamos enfrentando? ¿Hasta dónde puede llegar? “Pero si yo tuviera que resumirlo y proyectar un escenario, creo que nos enfrentamos a varios años con una economía muy débil y temblorosa que para mucha gente equivaldrá a una recesión prolongada, aunque no lo será formalmente.” “La crisis económica hoy: Entrevista con Douglas Henwood”, en Political Affairs, http://www.politicalaffairs.net/article/view/6920/1/336/

 

 

 

4. Miguez A. y otros (1969). Consideraciones en torno a la sociedad de consumo de masas. Madrid: Guadania (29-53).

5. En http://es.wikiquote.org/wiki/Francis_Bacon

6. “Barack Obama llega a la presidencia de una nación preocupada por la crisis económica, dos guerras inconclusas, desempleo y una recesión, antes de que el próximo 20 de enero ocupe la Casa Blanca”, en http://mx.ibtimes.com/articles/20081105/obama-triunfa-presidencia-eeuu-crisis-econ-oacute-mica-conteo-votos-negro-dem-oacute-crata-rep-uacut.htm

 

7. En http://mx.ibtimes.com/articles/20081105/obama-triunfa-presidencia-eeuu-crisis-econ-oacute-mica-conteo-votos-negro-dem-oacute-crata-rep-uacut.htm

8. Regalo promocional de poco valor, pero suficientemente atractivo y novedoso como para atraer la atención del consumidor. Cfr. biblio2.url.edu.gt:8991/libros/Jorge-Carro-Vocabulario/G.html

9. Shemin, Robert. ¿Por qué ese idiota es rico y yo no?, el cual se vende en: search.barnesandnoble.com/Por-Qu-Ese-Idiota-Es-Rico-Y-Yo-No/Robert-Shemin/e/9780307390813 - 58k  Título que ha logrado el éxito en ventas, el cual: “Basado en el sentido común… enseña que unos sólidos principios de negocios y una inclinación al riesgo pueden hacerte rico”. En la biografía sobre el autor leemos: “Robert Shemin, considerado en el colegio como la persona con “menos probabilidades para triunfar”, es ahora un multimillonario que da charlas y conferencias a miles de personas cada año, compartiendo el escenario con empresarios tan célebres como Donald Trump, Robert Kiyosaki, David Bach o Suze Orman”. Por David Bach, autor del bestseller El millonario automático.

 

10. En http://www.textbooksrus.com/search/BookDetail/?isbn=0307390810&kbid=1067

11. Nació el 14 de junio de 1946 en Nueva York, E. U. Es hijo de Fred Trump, propietario de una inmobiliaria y quien le enseñó las reglas de oro de un aspirante a millonario. Su familia fue comprando edificios en la ciudad de los rascacielos para luego venderlos una vez que se habían revalorizado. Se graduó de la carrera de Economía en la Universidad de Fordham, cursó un MBA en la prestigiosa Wharton Business School y finalmente se incorporó al negocio familiar. A los 28 años heredó todo un imperio que hizo aumentar, en tamaño y valor, adquiriendo nuevas torres y propiedades que bautizó con su apellido. Su habilidad tanto para autopublicitarse como para las relaciones públicas le ha servido para convencer a diversos inversionistas a apostar por sus proyectos inmobiliarios. Cfr. http://www.economia.com.mx/donald_trump.htm

 

12. “Misión: Es misión del Tecnológico de Monterrey formar personas íntegras, éticas, con una visión humanística y competitivas internacionalmente en su campo profesional, que al mismo tiempo sean ciudadanos comprometidos con el desarrollo económico, político, social y cultural de su comunidad y con el uso sostenible de los recursos naturales”, en http://www.itesm.edu/wps/portal?WCM_GLOBAL_CONTEXT=/wps/wcm/connect/ITESMv2/Tecnol%C3%B3gico+de+Monterrey/Desarrollo+de+emprendedores/