Mi nombre es Ulises Terán y soy una persona completamente normal. Disfruto de todas mis capacidades mentales y motrices. Físicamente no parezco demasiado especial tampoco; altura promedio, corpulencia media, tono de piel apiñonada, ojos y cabello café oscuro con entradas ligeramente acentuadas. El único rasgo que podría considerarse distintivo es mi personalidad seria, prudente y predecible.
Mis días transcurren bajo la sombra de la rutina. Me levanto, voy a trabajar, regreso a casa, veo televisión mientras ceno y al finalizar me duermo. Así se suceden mis días, salvo algunos viernes en los que salgo a cenar fuera de casa. La rutina es mi vida y me he acostumbrado a ella.
Hace años que no sé de mi familia. Creo que desde que murió mi madre hace tres años. Además todos viven muy lejos, así que las visitas son extrañísimas y las llamadas nada frecuentes. La verdad es que no necesito de ellos. Siempre he sido muy independiente. Vivo solo y me gusta esa soledad. Disfruto la sensación de llegar a casa después del trabajo y encontrar todo tal como lo dejé, limpio y en su lugar. Recuerdo cómo me enfadaba con mis hermanos cuando tomaban mis juguetes o usaban mi ropa. Detestaba no saber dónde estaban mis cosas. Por eso prefiero hacer las cosas yo mismo. Soy arquitecto y aunque rara vez trabajo en colaboración con alguien más, mi trabajo requiere la complicidad de más personas. Tolero este tumulto diurno porque me gusta supervisar el trabajo de los obreros y que todo quede impecable y bien realizado. Debo supervisar todos los acabados y los detalles, que todo se construya de acuerdo a como lo especifique en los planos. Soy muy organizado y perfeccionista. Por eso es que en las noches debo irme solo a mi casa; no soportaría seguir rodeado de personas y no tener un momento de paz. La noche y la oscuridad me provocan una tranquilidad que necesito. Es parte de mi esencia.
Ayer, viernes, el día transcurrió como de costumbre en un fin de semana. Después de salir del trabajo me detuve a rentar películas, llegué a mi casa, preparé una pasta y me sumí en el ocio. Lo único interesante de la noche fue la película. Trataba sobre un hombre que podía escuchar los pensamientos de las personas. La historia estaba bien escrita y ejecutada. Después de cuatro o cinco copas de vino, caí en un profundo sueño del que no desperté hasta la tarde del sábado, con un intenso dolor de cabeza y con los músculos tensos. Al incorporarme en el sillón de la sala me vino a la mente una imagen de lo que había soñado. Aparecía yo saliendo de mi casa y encontrándome con el cartero, de quien podía escuchar los pensamientos. Esa idea me desconcertó en el momento en que la recordé de mi sueño, pero yo aparezco en él sin ninguna señal ni expresión de sorpresa, como si fuera algo normal, lo que me inquietó aún más. Quise distraerme y luego de recoger un poco la sala y la cocina decidí darme un baño. Fue entonces, con el chorro de agua caliente sobre mí, cuando me pregunté qué pasaría si mi sueño fuese real, si yo pudiera leer la mente.
Intenté recordar algo más del sueño y lentamente casi logré recopilar toda mi aventura como invasor de cerebros. En el sueño me resultaba bastante cómico y en ocasiones incluso hacía bromas a las personas, que se asustaban con mis comentarios. Mi personalidad en el sueño era muy diferente y casi no me reconocí en él.
Mi baño debió tomar mucho tiempo porque salí con los dedos arrugados y la cabeza llena de preguntas sobre si alguien pudiera leer mi mente. Tal vez descubriría mucho más de lo que yo sé de mí mismo…
Noticiario de las 8:00 a. m. Domingo 2 de agosto
El día de ayer una jovencita de 16 años de edad fue hallada muerta en su cuarto de baño. Los padres llamaron a la policía en cuanto llegaron de cenar el viernes por la noche. Al investigar el caso los peritos informaron que la joven murió de una sobredosis y que lo más seguro es que haya sido suicidio. La pareja se encuentra desconsolada y se niegan a dar más datos. La policía ha mantenido a los medios fuera del alcance por lo que no hay fotografías ni entrevistas de los padres…
¿En qué estaría pensando esa joven? Me pregunto si yo podría haber hecho algo para evitar su muerte si hubiera conocido sus intenciones previamente. Si antes de que hubiera tomado esas pastillas yo hubiera escuchado esas ideas de suicidio. Me da curiosidad saber qué la llevó a cometer tal acto. Tal vez un amor no correspondido o una “existencia complicada”. De cualquier forma, no creo que sea válido quitarse la vida así como así.
Me remonté a mis años de adolescente y me encontré con que no había mucho que recordar. Esa etapa de mi vida estuvo marcada por el rechazo y un profundo vacío, al igual que mi niñez. Nunca logré llevarme bien con mis hermanos ni acoplarme a los grupos sociales en la escuela. No me quejo; ese fracaso me hizo quien soy y estoy satisfecho conmigo mismo.
Últimamente me han aquejado unos mareos terribles y dolores de cabeza insoportables. En ocasiones tengo que faltar al trabajo y quedarme acostado en casa. No soporto estar aquí pero en ocasiones no puedo ni levantarme. Espero que pase pronto.
Me he sentido mejor esta última semana gracias a unos medicamentos que estoy tomando. Creo que además me sirvieron las vacaciones que tomé después de estar soportando demasiado estrés. Sólo que ahora tengo muy mala memoria. Se me olvidan las cosas; pierdo las llaves y la cartera constantemente, lo cual me provoca un sentimiento de impotencia y de miedo. Imagino que un día podría olvidar mi nombre, y si además perdiera las llaves y la cartera, me convertiría en un vagabundo. Pero nadie tiene tan mala suerte; sólo a mí se me ocurren estas cosas.
Me he estado dedicando a arreglar algunos detalles en mi casa. Tenía mucho sin dedicarle algo de tiempo y le hacían falta pintura y remiendos. Sin embargo, me sorprendió encontrar el otro día un recibo de una tienda de jardinería. Jamás fui un hombre que se pasara horas cortando el césped o podando árboles, pero encontré el patio impecable y los utensilios de jardinería recargados en una pared. Con eso de mi falta de memoria ya no sé ni lo que hago. Debo reconocer que el patio se ve muy bien y tal vez ahora le dedique más tiempo.
Los dolores volvieron y cada vez me falla más la memoria. Encuentro cosas en mi casa que no recuerdo que tenía y señales de haber hecho cosas que normalmente no haría (me pregunto si me estaré volviendo loco). Pedí más vacaciones en el trabajo y me obligaron a que fuera al doctor. Me amenazaron con despedirme si no me hacía un examen médico y asistía a una consulta. Odio ir al doctor; no tengo muy buenos recuerdos y además pienso que yo puedo curarme solo. Creo en el poder de la mente y el autocontrol pues siempre me ha funcionado con gripes y otras cuestiones de salud. Pero aun así tendré que ir, si no, perdería mi trabajo. Además, estos dolores me están matando y me preocupan los desmayos, que se han vuelto frecuentes.
Noticiario de las 8:00 a. m. 24 de octubre
Un hombre fue encontrado muerto en su residencia en la colonia del Prado. Vecinos informaron a las autoridades no haber visto en varios días al morador de la casa. Al entrar los oficiales en la habitación principal se encontraron con el cuerpo inerte del dueño, el Sr. Ulises Terán. Se ha intentado localizar a los familiares pero hasta el momento no ha sido posible. Se ha confirmado que se cometió un suicidio, pero aún se desconoce cómo se llevó a cabo, ya que no se ha encontrado nada en la habitación ni en la casa. Los oficiales continúan investigando, y por el momento han proporcionado a los medios esta misiva dejada por el fallecido, la que pide que se muestre públicamente…
“Escribo esta carta sin destinatario preciso porque además de no tener familia ni amigos cercanos, creo que este tema concierne a todos aquellos que posean conciencia.
“Deben saber que hace apenas algunas semanas yo me declaraba completamente en contra de la práctica del suicidio. Lo consideraba un acto de profundo cinismo. Sin embargo, al acudir el día de ayer al médico debido a mis frecuentes dolores de cabeza y desmayos repentinos y después de hacer una revisión a fondo de mis problemas, éste me transfirió con un psiquiatra, quien me diagnosticó que padecía de trastorno de identidad disociativo o doble personalidad. Al principio me enfurecí por su mal criterio, que en el momento me pareció estúpido, pero al relacionarlo con lo que había ocurrido en las semanas pasadas, me di cuenta de la extraña realidad.
“Al hacer el doctor tal diagnóstico, comprendí que no era nadie. Había vivido durante días y semanas vidas distintas, como personas diferentes, sin saberlo. Aún ignoro cuánto tiempo llevo así; y no me importa averiguarlo. Ahora ninguna de esas vidas tiene sentido. ¿Cuál vida era la mía? ¿Quién escribe ahora esta carta? ¿Quién era yo en realidad? ¿Quién soy?
“En el instante en que comprendí que la vida por entero es cuestionable, concluí que mi enfermedad se había convertido en mi salvación. Darme cuenta de mi realidad había sido para mí una luz. Prefiero estar muerto y entrar en ese anonimato tan cómodo que andar rondando sin una identidad propia. Sin nada.”
|